Proyectos Teatrales


Sinopsis breve (programa de mano)
En un mundo arrasado por una guerra interminable, una mujer descubre un pequeño árbol, único vestigio de la naturaleza desaparecida. Decide cuidarlo en silencio, bajo la amenaza constante de drones y bombardeos. Al encontrar a un hombre moribundo, lo invita a compartir esa misión imposible: proteger la vida en medio de la destrucción. Sin palabras, solo a través del cuerpo y el movimento, la obra narra su lucha, sus recuerdos y la esperanza.
Motivación de la obra
El Último Árbol
Ficha
Título: EL último árbol
Duración : 62 min.
Personajes
Mujer: Marina Armario
Hombre: César Déneken
Música: César Déneken
Equipo artístico y técnico
Escenografía y vestuario: Marina Armario
Guion y Dirección: Marina A. y César D.
Compañía: El Estado, Teatro de la Confrontación
Vídeo y fotografía: 24 servicios audiovisuales
Producción: EL JINETE VERDE
Esta obra nace del deseo de hablar de lo esencial desde lo más simple. En un mundo fragmentado por fronteras, idiomas y diferencias culturales, decidimos crear un espectáculo sin palabras, porque creemos que lo verdaderamente importante trasciende cualquier lengua. El silencio aquí no es solo una condición dramática impuesta por la guerra que narra la pieza, sino también una metáfora de la universalidad del arte y de la experiencia humana.
La guerra, el hambre, el dolor, la pérdida, pero también el amor, la esperanza, la libertad y el cuidado, son realidades que nos atraviesan como especie. Nos hacen vulnerables, pero también nos igualan. En cualquier lugar del planeta, esas experiencias resuenan con la misma fuerza. Esa es la razón de crear una obra que puede representarse en cualquier escenario del mundo, sin necesidad de traducción: porque habla un lenguaje más profundo, el del cuerpo, el gesto, la mirada y la música.
La propuesta se acerca al teatro físico y al concepto del “teatro pobre”, donde todo lo accesorio desaparece para dejar espacio a lo indispensable: la presencia de los intérpretes, su movimiento, su energía, y el símbolo que emerge de la acción. Así, cada gesto se convierte en palabra, cada silencio en grito, cada respiración en un poema compartido con el espectador.
La música, compuesta originalmente para la obra, es otro protagonista esencial. Acompaña, potencia y dialoga con los cuerpos en escena, creando un paisaje sonoro que sustituye al lenguaje hablado y guía la emoción.
La motivación última de esta obra es recordar que, incluso en medio de la destrucción, el arte puede ser refugio y semilla. Que cuidar un árbol, un gesto de ternura o una chispa de esperanza, es un acto de resistencia frente a la violencia. Y que, cuando eliminamos lo superfluo, descubrimos que lo esencial nos hace iguales: seres humanos buscando un sentido, una raíz y un futuro posible.









